Cómo Detectar Depresión, Soledad o Ansiedad en Personas Mayores
- Formación Avanzada Europea
- 24 abr
- 3 Min. de lectura
La vejez es una etapa que puede estar llena de sabiduría y calma, pero también puede venir acompañada de emociones difíciles como la tristeza, el aislamiento o la preocupación constante. Como Auxiliares de Enfermería en Geriatría, tenemos un rol clave en la detección temprana de trastornos emocionales como la depresión, la soledad y la ansiedad. Estos no siempre se manifiestan de forma evidente, y muchas veces se confunden con “cosas de la edad”.

¿Qué es la depresión en el adulto mayor?
La depresión no es una parte normal del envejecimiento. Es un trastorno del estado de ánimo que puede afectar profundamente la calidad de vida. En personas mayores, suele ser más difícil de detectar porque a veces no expresan tristeza de forma clara.
Señales comunes:
Falta de interés o disfrute en actividades que antes le gustaban
Cansancio excesivo o lentitud
Quejas físicas frecuentes (dolores, molestias) sin causa médica clara
Aislamiento social (ya no quiere salir ni recibir visitas)
Cambios en el apetito o en el sueño
Comentarios negativos sobre su vida, su pasado o su futuro (“ya no sirvo para nada”, “mejor sería no estar aquí”)
Soledad: el enemigo silencioso
La soledad no siempre significa estar solo. Se trata más bien de una sensación de desconexión emocional. Puede estar rodeado de gente y aún así sentirse profundamente solo.
Factores de riesgo:
Pérdida reciente (de la pareja, amigos, hermanos)
Dificultades de movilidad
Poco contacto con la familia
Vivir en residencias sin actividades sociales
Cómo detectarla:
El paciente evita hablar de sí mismo
Mira mucho al vacío o está distraído
Se aferra a ti durante el cuidado (busca contacto emocional)
Cambia su comportamiento cuando hay visitas: se alegra visiblemente o se muestra ansioso
Ansiedad: preocupación constante e invisible
La ansiedad es un estado de alerta o miedo exagerado, sin una causa concreta. En adultos mayores puede confundirse con problemas cognitivos o de salud física.
Síntomas frecuentes:
Inquietud física: no puede quedarse quieto, se mueve mucho en la cama
Preguntas repetitivas: “¿A qué hora viene mi hija?”, “¿Hoy es martes o miércoles?”
Temores poco realistas: que lo abandonen, que se olviden de darle su medicina
Irritabilidad sin motivo claro
Sudoración, palpitaciones o respiración agitada sin esfuerzo físico
Diferencias clave entre depresión, soledad y ansiedad
Aunque estos tres estados emocionales pueden parecer similares, es importante diferenciarlos para ofrecer una atención adecuada:
Tristeza constante: Es muy común en la depresión. En la soledad o la ansiedad puede aparecer, pero no de forma permanente.
Miedo o preocupación excesiva: Es un rasgo típico de la ansiedad. En la depresión puede haber cierto temor al futuro, pero no es tan marcado. En la soledad, en cambio, no suele haber un componente fuerte de miedo.
Evitación del contacto social: Se da tanto en la depresión como en la soledad. En la ansiedad puede ocurrir, pero no siempre.
Fatiga y baja energía: Son comunes en la depresión. En la soledad y la ansiedad también pueden presentarse, pero de manera más leve o intermitente.
Inquietud o agitación física: Es una señal clara de ansiedad. No es habitual en la depresión ni en la soledad.
¿Qué puede hacer un Auxiliar de Enfermería?
Aunque no somos psicólogos, somos ojos y oídos fundamentales para detectar señales tempranas. Aquí algunas acciones concretas:
Observar y registrar cambios: anotar patrones en el comportamiento, sueño, apetito o estado de ánimo.
Escuchar sin juzgar: crear un espacio seguro para que puedan hablar contigo.
Evitar minimizar lo que sienten: frases como “no estés triste” o “eso ya pasará” pueden ser contraproducentes.
Fomentar la socialización: actividades, paseos, escuchar música juntos.
Comunicar al equipo de salud: si notas señales de alarma, informa al enfermero/a o médico.
Acompañar desde lo humano: a veces una conversación cálida puede hacer más que mil medicamentos.
Cuándo pedir ayuda profesional urgente
Deriva o informa al equipo médico si:
Menciona ideas suicidas o deseos de morir
Hay un deterioro marcado del cuidado personal
El aislamiento se vuelve extremo
La persona se muestra confusa o desorientada de forma persistente
Cuidar con empatía también es cuidar la mente
El envejecimiento no tiene por qué estar marcado por la tristeza o el miedo. Muchas veces, una escucha atenta y una compañía cálida hacen la diferencia. Estar atentos a la salud emocional de nuestros mayores es parte esencial de nuestro trabajo como auxiliares. No solo cuidamos cuerpos, también cuidamos almas.
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