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Dietas adaptadas a mayores con problemas de masticación

  • Foto del escritor: Formación Avanzada Europea
    Formación Avanzada Europea
  • 9 sept
  • 3 Min. de lectura

La alimentación en la tercera edad es un aspecto clave para mantener la salud, la energía y la calidad de vida. Sin embargo, muchas personas mayores presentan dificultades para masticar debido a la pérdida de piezas dentales, prótesis mal ajustadas, problemas de encías, sequedad bucal o enfermedades neurológicas. Estas limitaciones pueden reducir la variedad de alimentos que consumen, lo que a la larga puede provocar desnutrición, pérdida de peso o déficit de vitaminas y minerales.


Adaptar la dieta no significa renunciar al sabor o a la calidad nutricional. Con una correcta planificación, es posible elaborar menús sabrosos, fáciles de masticar y digestivos, que garanticen todos los nutrientes necesarios.


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Importancia de una dieta adaptada


Cuando una persona mayor no mastica adecuadamente, corre el riesgo de:


Evitar carnes, frutas y verduras duras, reduciendo así la variedad de su dieta.


Optar por alimentos ultraprocesados blandos, pobres en nutrientes.


Perder masa muscular por falta de proteínas.


Tener problemas digestivos si los alimentos no están bien triturados.


Una dieta adaptada previene estos problemas, mantiene la independencia y mejora la relación del mayor con la comida, que es también un acto social y emocional.


Alimentos recomendados


1. Proteínas


Son fundamentales para mantener masa muscular y prevenir la fragilidad.


Carnes blancas cocidas y desmenuzadas.


Pescados al vapor u horno, que quedan suaves y fáciles de desmenuzar.


Huevos en tortilla, revueltos o cocidos y luego triturados.


Lácteos como yogur, requesón o quesos frescos.


Legumbres en forma de puré o crema.


2. Hidratos de carbono


Aportan energía y fibra.


Arroz, pasta o patatas bien cocidas hasta quedar blandas.


Pan tierno remojado en caldos o sopas.


Cereales cocidos como avena o sémola.


3. Verduras y frutas


Ricas en vitaminas y antioxidantes, deben ofrecerse en formas adaptadas.


Cremas de verduras (calabacín, calabaza, zanahoria, etc.).


Purés combinados con patata o arroz para mejorar la textura.


Compotas de frutas, manzana y pera cocidas.


Plátano maduro, melón o sandía bien triturados.


4. Grasas saludables


Necesarias para la energía y el cuidado del sistema nervioso.


Aceite de oliva en crudo.


Aguacate triturado.


Frutos secos en forma de crema (sin trozos).


Técnicas de preparación


Cocción lenta y prolongada: ablanda carnes y verduras.


Triturado y batido: convierte platos completos en purés y cremas.


Picado fino o desmenuzado: permite mantener cierta textura sin dificultad al masticar.


Gelatinas y espesantes: útiles para presentar platos atractivos y fáciles de tragar.


La presentación es clave: aunque los alimentos estén triturados, conviene cuidar los colores y las formas para que el plato sea apetecible.


Ejemplo de menú adaptado


Desayuno


Avena cocida con leche y compota de manzana.


Infusión o café descafeinado con leche.


Media mañana


Yogur natural con crema de frutos secos.


Comida


Crema de calabaza con un chorrito de aceite de oliva.


Merluza al vapor desmenuzada con puré de patata.


Compota de pera.


Merienda


Batido de plátano maduro con leche.


Cena


Puré de verduras mixtas.


Tortilla francesa suave.


Gelatina de frutas naturales.


Consejos prácticos para familiares y cuidadores


Asegurarse de que la persona mayor está bien hidratada: los purés y sopas ayudan, pero también es importante ofrecer agua, infusiones o leche.


Consultar siempre con un nutricionista o médico en caso de enfermedades crónicas como diabetes, insuficiencia renal o problemas cardíacos, que requieren ajustes específicos.


Evitar alimentos con fibras duras, huesos, semillas o pieles que puedan atragantar.


Mantener una buena higiene bucal, incluso con prótesis, para reducir molestias y mejorar la experiencia al comer.


Fomentar que la comida siga siendo un momento social, compartido y agradable.


Conclusión


Las dificultades de masticación no deben ser una barrera para disfrutar de la comida ni para mantener una dieta equilibrada. Con creatividad, planificación y la adaptación adecuada de texturas, es posible garantizar a las personas mayores una alimentación variada, sabrosa y nutritiva. Este esfuerzo no solo protege la salud física, sino que también contribuye al bienestar emocional y a una mejor calidad de vida.

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